Brizna de representación

27 de noviembre de 2014

“Uno escribe un libro repulsivo no para ser repulsivo, sino para representar lo repulsivo”. Philip Roth. Esa manera literal, equivocada, de entender, por quienes no disocian realidad y ficción, seguramente tiene en Maquiavelo al mayor damnificado. “Chéjov aconsejaba sabiamente que la tarea del escritor no consiste en resolver problemas, sino en presentar adecuadamente el problema”.

Brizna de buena cara

25 de noviembre de 2014

“Y si fuimos heridos, lo fuimos para siempre”. Pere Gimferrer. Todo irremediable. Ahora: herida la inocencia, ¿ésta se pierde? No hay golpe que no sea definitivo; vida, igual a holocausto. “Si arrancados los ojos, no hubiese ya más lágrimas”. Pero sobreviven las cuencas. Y las cuencas, ajustadas a diccionario, son: ‘Territorio cuyas aguas afluyen todas a un mismo río, lago o mar’. La definición habla de la muerte sin mentarla, como hay que hacer con todo: mediante elipsis. Toda definición habla de la muerte, de hecho. El diccionario, más allá de sus palabras crepitantes, es un cementerio. De las aguas explícitas en el significado llegan lágrimas nuevas, subsistentes a la pérdida del ojo. Ciegos, no más fácilmente detectables: “Al vivir nos espía el farol del pasado”. Las esquinas no facilitan la huida. El pasado no sigue a pie; su mirada es aérea. El futuro quiere conquistarla; tiene atributos de deidad. Las personas, en el tablero, son figurantes. Si encuentran un verso, logran justificar otro día. Abandonan las responsabilidades más funestas, si son inteligentes. Y brindan por cualquier cosa. Miran por la ventana. Y si hace mal tiempo, ríen. Más. Y mejor.

Brizna de trayectos

21 de noviembre

“la distancia es luz / entre una estrella / y esta brizna”. Jorge Esquinca. Ella desvela lo lejos que están los pies de nuestra cabeza. El insomnio envejece; la duermevela nos desdobla, tiene efectos salvíficos. Atisbamos a su merced que dentro está fuera. “cómo olvidar esos incendios / (…) / en lo que no tiene nombre / mi boca llena de sombra / el rastro de una estrella”. La palabra, si quiere, ajena a la boca que la pronuncia, difumina el lenguaje. Quedan jardines ante los que proclamar: “el abismo surge de esta flor / que me ofreces”.

Brizna de concavidad

18 de noviembre de 2014

“Toda la ciencia de vivir está en -la sencilla blandura de- acomodarse en los huecos”. Onetti. Como el que Montaigne decidió horadar, para esconderse, en la torre en que vivía -por si alguna persona, siempre inoportuna, tocaba las puertas de casa-. Desaparecer. Como Juan Ramón detrás de un biombo, huyendo, refractario también a las visitas. Desaparecer para hacer la obra y vivir. Desaparecer, en definitiva, como forma de estar.

Briznas de lectores

14 de noviembre de 2014

“¿Qué es un libro que no se lee? Algo que todavía no está escrito”. Blanchot. Un cadáver con vida que a flote, sólo por salir, influirá en el universo -la imprenta es una nave espacial-; Plotino avisó de que la armonía no oída es precisamente la que crea la que escuchamos. Por otra parte, el lector hace la obra. Y si no la abre, no está escrita. En esa mezcla undosa, la vida se desliza hacia el precipicio de sí: el no de la muerte.

Brizna de cántico

13 de noviembre de 2014

“No es tuya la luz de tus ojos / (…) / Esa íntima lunación solitaria / que te acompaña / tampoco es tuya / sino el olvidado sueño de los otros / dentro de ti”. Javier Lostalé. Personas echaron cadenas, pero olvidaron, con las prisas, el cerrojo. “Aprendiste a habitarte como se habita la tristeza”, acompañado por el hueco del nombre que nombra lo sin nombre; mirándote al espejo, recitando: “Somos lo que sin nosotros arde solitario. / Donde en espera una existencia se confirma”. Y reparamos en que el Interior mora fuera, alcanzado por turbiones y los ejércitos del invierno. Que somos quien “desclavado de cualquier respiración / sabe llenar su pecho de mareas silenciosas”, el que, desposeído e incrédulo, lee: “Y callo cuanto supe / para reiniciar el tiempo contigo”.
Aceptamos como fruta indeclinable que la vida vivida es una frontera de la experiencia. Un so. Y que “sorda y ciega es la mano del poema / que en su trazo sin pulso / aún un sueño concibe”. Indiscutible, caminar la vida leída como un paso a nuestras pobres vísceras, el corazón la primera, investidas engañosamente de alma. El interior saltó en paracaídas, o en pedazos. Lo encuentras, medio perdido, en estrofas húmedas y lentas como besos. Indiscutible esa vida, sí, a pesar del yunque diario de la realidad, que, cobarde, te obliga a seguir adelante. A dar pasos que ignoras si quieres dar. A traicionar la Espera escrita en la literatura, las promesas de felicidad importadas de países volanderos, poseídos por fantasmas, seguramente también necias. Pero si el resultado de todo es siempre un engaño, deberían la fragua y la guillotina permitirnos escoger a nosotros, al menos, cuál. En éstas, una voz sin rasguño te dice que el silencio del vocablo es una puerta entornada hacia más silencio, hecho de azul y respiraciones.

Brizna de prudencia

10 de noviembre de 2014

“No se puede hacer nada si no es poco a poco”. Baudelaire. Cavilación decantada: la pronunció antes de morir. Se me viene a la cabeza una exprofesora de George W. Bush. Dijo que era un alumno que aprendía “muy deprisa”.

Brizna de cotidianidad

5 de noviembre de 2014

“La emoción conviene llevarla de casa por si surge el motivo”. Gutiérrez Aragón. Dentro de la vida ordinaria se encuentra la vida sublime. “Gozar al máximo en cualquier lugar (…) depende en gran medida de nuestras propias capacidades”. Stevenson. “Lo que se contempla de principio a fin y con paciencia acaba por mostrar su lado hermoso”. La vida como la corrección de un texto; dejándola dormir, despertándola con un beso. Bestia y Bella, materias de Cocteau, quien sabía que el realismo “de lo irreal es más verdadero que la verdad”.

Brizna de afueras

3 de noviembre de 2014

“Habiéndose constituido el yo en una totalidad independiente del cosmos, su supervivencia no habrá de consistir en nuevo estadio dentro de la experiencia del mundo, sino en una salida de ese mundo”. Javier Gomá. El alma moderna, tocada por la subjetividad, respira fuera del mundo -no en sus confines-. El alma es un drenaje. Necesita la ciudad, pero vive en la montaña. Nos conduce al fuera de campo, tan fundamental, lo saben los cineastas, como el encuadre. “Que tus pasos se alejen / más de ti”. Corredor-Matheos.